AUTOBIOGRAFÍA
sábado, 15 de junio de 2013
Autobiografía
AUTOBIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
La presente obra es una antología de
recuerdos y pensamientos escritos al ritmo de la vida y no un proyecto
académico predeterminado. Cuando alguien habla o escribe desde la cátedra de la
vida, ésta no es sometida a un programa académico preestablecido sino que el
programa es la vida misma, la cual nos pone a cada cual en nuestro sitio,
suscita los problemas e inspira las posibles soluciones a los mismos. En este
sentido es muy elocuente el dicho popular de abolengo bíblico “cada día tiene
su propio afán”. Con la vida, en efecto, surgen los problemas sin necesidad de
que nosotros los vayamos creando y de acuerdo con ella buscamos y aplicamos las
soluciones a los mismos. Cuando tal ocurre, el orador o escritor transmite
directamente sus experiencias y vivencias propias, incluso cuando se sirve de
los conocimientos y experiencias de otros. En este sentido, el autor de la
presente obra habla de experiencias y vivencias personales las cuales son por
su propia naturaleza intransferibles. El ginecólogo, por ejemplo, puede
transmitir a los demás sus conocimientos de ginecología, pero una madre, en
cambio, no puede transferir su vivencia personal de la maternidad aunque
hable mucho de ella. No es lo mismo, en efecto, hablar o escribir desde una
sede o cátedra académica que desde la sede o cátedra de la propia vida personal
aunque para ello sean utilizados conceptos y esquemas mentales académicos.
En el año 2008 me pareció oportuno
consignar por escrito algunos recuerdos relacionados con mi vocación
intelectual en Retazos de la vida. La experiencia de esta pequeña
aventura retrospectiva, cumplidos los setenta años de edad, me indujo a revisar
y completar aquella semblanza intelectual con siete capítulos más en un intento
por desvelar también los rasgos de mi personalidad humana y cristiana. Surgió
así La cuesta de la vida, en el 2009. Pero la vida continuó siendo
generosa conmigo y en el año 2010 sentí la necesidad de revisar y mejorar
notablemente La cuesta de la vida. Esta obra, de hecho, fue escrita con
demasiada prisa, convencido de que mi tiempo vital estaba tocando a su fin y
las posibilidades editoriales de la misma podían encontrar serias dificultades
a causa de la crisis económica que estaba ya en marcha. Por otra parte las
noticias que recibía de su lectura fueron muy positivas. Había gente para la
que esta obra se había convertido en libro de cabecera y fuente de reflexión
saludable. Estos testimonios me impulsaron a introducir en ella mejoras
notables de estilo literario, de contenido y un complemento de seis capítulos
nuevos. Se trata pues de obra nueva con título nuevo y no de una mera reedición
de la anterior corregida.
Superada una nueva crisis de salud
sometí La cuesta de la vida a una revisión profunda cuyo resultado fue la
aparición de dos nuevos volúmenes titulados La
cátedra de la vida y El otoño de la
vida, aparecidos en el 2010 y 2012 respectivamente. Aprovechando los días
buenos de mi recuperación de una grave intervención quirúrgica de corazón,
conseguí actualizar el contenido de estos dos volúmenes reduciéndolos a uno
solo eliminando capítulos, introduciendo otros nuevos y mejorando la redacción
del texto y la estructura del mismo con el título Recuerdos y pensamientos. Autobiografía. Se trata de una confesión de acción de
gracias a Dios, a la vida, a mis padres, familiares y amigos, así como a todas
aquellas personas que, directa o indirectamente, hicieron posible que la cuesta
escarpada de mi vida alcanzara y superara los setenta años de edad que nunca
había soñado vivir. A estos motivos se añadió otro muy significativo. Me
refiero al cumplimiento de los 50 años de mi ordenación sacerdotal.
Toda esta historia comenzó a raíz de
una experiencia de infancia que provocó en mí el despertar de la razón. Nació
así mi vocación intelectual como una llamada imperiosa a buscar la verdad por
encima de todo. Y como tirando del hilo sale el ovillo, con la búsqueda de la
verdad surgió de forma natural mi vocación teológica que culminó en mi ordenación sacerdotal y el ministerio
pastoral en la Orden de Predicadores. Por lo demás, el lector se percatará
pronto de que lo que aquí se dice es el resultado de un diálogo personal con la
realidad de la vida buscando su sentido último sin prejuicios ni lealtades
ciegas a nada que no sea la realidad de la vida misma en su dinamismo diario.
He tratado de descifrar el enigma de mi existencia personal y el sentido último
de las cosas con total independencia de juicio, evitando tanto el pesimismo y
la desilusión como el optimismo ingenuo frente a la realidad. El resultado final
de esta metodología ha sido positivo y por ello los aspectos más negativos de
mi proyecto vital fueron relegados a un segundo plano, o simplemente han sido
condenados al olvido terapéutico de mi memoria histórica personal.
Por último, me parece oportuno hacer
una aclaración sobre el apéndice fotográfico. Las fotos seleccionadas tienen
como objetivo visualizar de alguna manera lo que a lo largo de la obra ha sido
expresado con palabras. Detrás de cada fotografía hay una historia de
relaciones profesionales y de amistad. Todas ellas fueron tomadas dentro del
espacio comprendido entre el Océano Pacífico, Los Andes, el Mediterráneo, los Urales
y los Cárpatos. Por supuesto que ni son todas las que están ni están
todas las que son. Por lo que se refiere al criterio de selección de las
fotografías, el lector se dará cuenta pronto de que no obedece a una lógica
cronológica rigurosa ni temática sino de contraste. Esto significa que ellas
reflejan momentos y situaciones muy diferentes que, además de gratificar la vista, invitan a la reflexión. Las
fotografías incitan a pensar sobre lo que fuimos y lo que estamos llamados a
ser. El inicio de la antología fotográfica comienza con una foto histórica de
mi adolescencia y termina con dos fotos aparecidas en la revista Periodistas, órgano de difusión de la
Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). Era el otoño del
2011 y en dichas fotos se refleja mi última intervención pública tras de la
cual dio comienzo mi retiro forzoso por falta de salud en el hermoso convento
San Pedro Mártir de los PP. Dominicos en Madrid.
CONCLUSIÓN
En
la fábula de Tomás de Iriarte el caballo preguntó a la ardilla: “Tantas idas y
venidas, tantas vueltas y revueltas, quiero, amiga, que me diga: ¿son de alguna
utilidad?”. El autor de esta antología de recuerdos y pensamientos está
convencido de que después de tanto bregar para remontar la escarpada cuesta de
la vida, valió la pena el esfuerzo realizado para lograr el intento. Sí, valió
la pena, pero, todo hay que decirlo, no a cualquier precio.
Cuando
se empieza a subir la cuesta nos parece que la vida es un proyecto o quehacer
maravilloso que hemos de llevar a cabo contando con un futuro por delante casi
ilimitado. Pero cuando en el crepúsculo de la vida echamos una mirada
retrospectiva nos parece que el tiempo apenas tiene consistencia y que nuestra
vida, por larga que haya sido contabilizada en años, fue poco más que un
suspiro, o una anécdota más o menos frívola y pasajeramente interesante.
Frívolo es todo aquello que desaparece con el fuego devorador del tiempo
después de haber puesto en ello todas nuestras esperanzas. El resultado final
de esta forma de entender la vida es el miedo existencial y la desesperanza
ante el desafío final de la muerte. Por el contrario, lo realmente importante
en la vida es aquello que no es devorado por el tiempo. Por ejemplo, lo poco o
mucho de verdad que hemos acumulado en la inteligencia y lo poco o mucho de
bien que hemos hecho a los demás desde las instancias del corazón. La verdad
nos libera de las falsedades y mentiras de este mundo y el amor personal nos
asegura la felicidad en este mundo y también fuera del espacio y del tiempo.
Como
ha podido verse, la
presente Autobiografía fue diseñada
en base a una experiencia de adolescente que despertó en mí el uso de la razón
y el deseo de conocer la verdad de todas las cosas. Surgió mi vocación
intelectual, la cual queda reflejada en el currículo académico. En esa búsqueda
apasionada de la verdad descubrí el horizonte de la trascendencia. El término de este proceso consistió en un “toque
teológico” o vocación sacerdotal. Esta Autobiografía es una simbiosis de esa
llamada a la verdad filosófica y científica, por un lado, y del “toque” o
llamado teológico por otro. Esta segunda dimensión quedó reflejada en la
antología de recuerdos y reflexiones así como en el currículo de ministerio
pastoral.
La vida
es como un río que desemboca siempre en alguna parte. Si nadamos contra
corriente nos ahogamos y si nos alejamos de su curso nos perdemos. De ahí la
conveniencia de seguir su curso y convertirla en nuestra escuela principal de
aprendizaje durante nuestro quehacer cotidiano de vivir con dignidad. Todo lo
demás, como la paz, la libertad, el
amor, la felicidad y el descanso sempiterno sin riesgos ni sobresaltos fuera
del espacio y del tiempo vendrá por añadidura. Al margen o en contra de la vida
no cabe lugar razonable para la felicidad humana. Para bien o para mal, la vida
pasa siempre factura. La vida humana no es un engaño. Por el contrario, es lo
único que no engaña. Somos nosotros los que nos engañamos adoptando actitudes ilusorias
y hostiles contra ella, la cual, como digo, nos pasa la factura y nos pone a
cada uno en el lugar y sitio que nos corresponde. La vida avisa, promete y
cumple. Tampoco es una ilusión pasajera o un sueño. Es breve, ciertamente, pero
tan real que ninguna otra realidad humana la supera. De hecho, la vida es la
fuente y cumbre de toda realidad. Por ello, en la escuela de la vida aprendemos
a vivir con realismo y dignidad en este mundo y a morir con la esperanza de
alcanzar otra vida mejor fuera del tiempo y del espacio.
A los
lectores de este breve testamento les ruego que, por el amor de Dios, perdonen
mis debilidades humanas y errores, sobre todo si han sido causa de daño físico
o moral para alguien y no lo he podido compensar durante mi larga vida, a veces
bien complicada. Por otra parte, sólo encuentro la palabra GRACIAS para
expresar mis sentimientos a las muchas personas que con su ayuda material e
intelectual y con el tesoro de su amistad
decisivamente contribuyeron decisivamente a mi felicidad en este mundo.
El resto lo dejo en manos de Dios que nunca me ha dejado solo sino que, por el
contrario, me ha asistido con su presencia constante en mi corazón, encarnado
en la persona de Cristo, su rostro visible, y la acción reparadora y
consoladora de su Espíritu Santo.
La conclusión final de todo lo que he dicho, desde mi experiencia personal de la
vida, es que al final de la misma nos quedamos solos frente a la muerte sin más
defensas ante Dios que el respeto profesado a toda vida humana desde su concepción
hasta su ocaso natural, lo poco o mucho de verdad que hayamos descubierto y el
amor regalado a todo ser humano encontrado en el camino. Todo lo demás vendrá
por añadidura. En Madrid y junio del año 2013 cuando se cumple el 50
Aniversario de mi ordenación sacerdotal. (NICETO
BLÁZQUEZ, O.P.)
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